viernes, 18 de abril de 2014

El negocio del gurismo internacional

Todas las religiones universales tienen su propio tipo de mística, como modo de acercanos a la trascendencia de lo real a lo divino,  sin embargo preferimos la espiritualidad mística hindú porque creemos que es el hinduismo el que posee la verdad terrena y celestial olvidándonos que precisamente fue la sociedad hindú la creadora del hermético sistema de castas en India, la diversificación de las clases sociales. Manteniendo este sistema, las clases altas de la sociedad hindú conservan su poder en la política, justicia, ejército, policía, educación..Abogados, jueces, ministros, representantes en general las Instituciones públicas son los que permiten la entrada de la ONG en India, dejan entrar a fundar sus escuelas, asociaciones culturales y benéficas a cambio de grande sumas de dinero.
Occidente ama esta parte de India, la hindú, la parte que se dice no material, la parte divina, la del yoga, de la meditación, la vegetariana. El Occidental va a ayudar al necesitado, alimentando una  especia de superioridad que le concede la situación de turista blanco europeo u occidental. Se le hincha el ego, se siente más bueno y más justo. Algunos de estos occidentales vienen a esta India a curarse de sus propias amarguras y enfermedades mentales de Occidente, viene para que India los haga buenos y los ponga buenos. Para que India ilumine sus vidas de luz. Y esa luz la encuentran en la pobreza de la India, en la marginación de las castas más humildes y así una vez más nos aprovechamos de más débil, egoístamente, le chupamos su energía para llevárnosla a nuestro cuarto en Europa y decorar nuestra habitación con un Ganesh en Batikh. La visión de la pobreza, de la miseria da al turista occidental la tranquilidad haciéndole sentir un pequeño rey mientras dura el espectáculo en el escenario indio.
Vamos a India esperando recibir humanidad, calor, acogida, amor y lo encontramos a través precisamente de los pobres, de los necesitados. Buscamos lo que en Europa somos incapaces de generar o de luchar para tenerlo. Necesitamos desplazarnos a más de 10.000 kilómetros para despojarnos de nuestras vestiduras de marca y adentrarnos en un viaje de “aventura mística”, emocional, sentimental que seguramente al final del viaje se convertirá en experiencia mística, emocional y sentimental.

Fotografiamos sin permiso, invadimos la privacidad de las personas porque son diferentes, exóticos, especiales.¿ Qué sería si un indio viniera aquí e indiscriminadamente comenzará a disparar fotografías y diestro y a siniestro sin ningún tipo de reparo? Nos molestaría mucho, lo insultaríamos y le llamaríamos maleducado.
Nosotros somos la voz de la razón, de la verdad, de la lógica. ¿Cuáles? ¿Una verdad basada en una felicidad calculada en proporción a los bienes materiales, a la seguridad económica y productiva? Y con estos parámetros viajamos a la India a la búsqueda de la verdad espiritual e interior del individuo, a la búsqueda del equilibrio mental y corporal, seguramente para ser ricos fuera y dentro.
Y el sacerdote hindú ayuda a encontrar ese equilibrio, sobre todo el guru accidentalizado, y hay muchos, ha entendido las contradicciones del hombre occidental modernos y se enriquecen de euros gracias a las debilidades de nuestra psicología enferma, de  nuestro ser débil y fragmentado por la vida. Es fácil entregarse a un guru sabio y doctrinal, un maestro de vida y de espíritu. La paz cuesta, en Europa cuesta físicamente, pero en India cuesta económicamente. Pagamos para limpiarnos dentro, hasta dejamos de comer carne hipócritamente delante de un maestro, porque nos dicen que la carne provoca agresividad y nosotros obedecemos a un ser que nos han dicho que es supremo, que tiene un don especial, que cura con la mirada, con las manos, con la fuerza de la mente.
Algunos de estos gurus, hoy son grandes empresarios en India. Poseen hoteles, ashranes, de lujo, clínicas de bienestar,  restaurantes…y muchísimo dinero no declarado. Gurus sin CV o con CV inventados, falsos como ellos. Pagamos la mentira para sentirnos bien, para tener equilibrio físico y sobre todo mental. Gurus que se improvisan médicos, especialistas en el conocimiento de lo divino y de lo humano. Gurus que se aprovechan de la ignorancia de las personas a las que supuestamente curan pidiendo cifras desmesuradas por sus consultas personalizadas o por sus cursos de yoga, meditación o cualquier otra modalidad con marketing espiritual.
En Europa crearse un historial de vida, un CV requiere esfuerzo, trabajo, devoción, paciencia y en muchas ocasiones es su sacrificio que también cuesta dinero.
¿Por qué entonces creemos en este tipo de cosas? ¿Por qué damos donativos a causas que no existen y no intentamos ayudar a los que están cerca de nosotros y son reales?
Habría que meditar más, no siguiendo la técnica hindú, es decir, vaciando la mente, al contrario habría que reflexionar sobre esta actitud occidental ante lo exótico, lo diferente, y luego decidir.

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